Del Arte de la seducción
Michelle Pfeiffer con John Malcovich "Las amistades peligrosas" (1.988) |
Que
seducir es un arte, es un hecho, pero el seductor ¿nace o se hace?
De todo un
poco, hay personas que son seductoras por naturaleza y otras que, gracias a su
espíritu analítico y observador, alcanzan la cima de la seducción tras años de experiencia y de ensayo y error.
Del latín seducĕre, según la RAE, seducir, alberga tres propósitos, el
primero de ellos es el de persuadir con
halagos o argucias con un fin no demasiado loable; en su segunda acepción
consiste en atraer físicamente con fines sexuales y en tercer lugar seducir
es embargar o cautivar el ánimo de
alguien.
Desde mi punto de vista, seducir es producir un encantamiento, sin entrar en detalles de la finalidad, que siempre va a depender de la personalidad y la ética del seductor en cuestión.
Según Robert
Greene, en su libro “El arte de la seducción”, la seducción es
un juego psicológico, no de belleza y cualquier persona puede llegar a
dominarlo.
El libro clasifica a los seductores en 9, según los rasgos de su personalidad que domina su “impulso seductor”:
- La
sirena sabe cómo dar a entender su gran potencial de energía sexual, su
atractivo y su seguridad en sí misma.
- El
calavera jamás se conforma con una conquista, siempre quieren más y consiguen
contagiar su deseo.
- El dandy
sabe sacar partido de su imagen para hechizar.
- El
seductor espontáneo lleva el arte de la seducción en los genes y hace uso de
ella con naturalidad.
- La
coqueta seduce indiscriminadamente por el simple placer de alimentar su
vanidad.
- El
encantador sabe complacer a los demás.
- El
carismático arrasa con su autoconfianza.
- La
estrella seduce envolviéndose en un halo de misterio.
Por último,
el antiseductor, como ejemplo de todas esas conductas que debe evitar quien
desea seducir.
El
antiseductor reúne alguna, o todas de las siguientes anti-cualidades: es bruto,
agobiante, moralista, carece de sentido del humor, es patoso y antinatural,
fanfarrón, susceptible y grosero.
La mayoría
de los grandes seductores de la historia, -desde Giacomo Casanova, Lord Byron, hasta
el poco agraciado Serge Gainsbourg (considerado el seductor más feo de Francia)
quien interpretó a dúo con la bellísima Jane Birkin, una de las canciones de su autoría "Je
t'aime... moi non plus" la cual fue censurada en muchos países por ser
tachada de pornográfica- han sabido producir ese encantamiento sutil llamado seducción.
Todos ellos supieron aplicar el arte psicológico de la seducción de forma magistral, sus conquistas lo demuestran y siempre permanecerán en el imaginario colectivo como grandes seductores.
Seducir es un arte que todo bon vivant debe dominar.
Marc
Chevalier
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